Como un niño pequeño

Tuvo lugar ayer en Madrid un acontecimiento que resulta sorprendente, no por el hecho en sí, que era del todo esperado, sino por su protagonista y por sus implicaciones. El Presidente Zapatero anunció en el Congreso de los Diputados una serie de medidas para la reducción del gasto público, medidas todas ellas necesarias y que han de tener una gran repercusión. Las medidas han sido celebradas por gran parte de las autoridades económicas a nivel mundial y atacadas, como era previsible, por los sindicatos, que hasta el día de ayer (tras dos años) no habían hecho esfuerzo alguno por mostrar su descontento, una muestra más de su actitud parcial y totalmente marginal a la hora de crear debate.

Me gustaría dejar un par de reflexiones acerca de tan esperado anuncio para refrescarnos la memoria y no quedarnos simplemente con la magnitud de las medidas y con su repercusión.

Resulta evidente, desde hace ya cierto tiempo, que España necesita un plan de ajuste, un freno a ese gasto desbocado que está disparando el déficit. Resulta evidente también, que a raíz de los problemas de Grecia y tras la intervención necesaria del BCE y de algunos gobiernos de la Unión, sobre todo Alemania, que éstos no iban a permitir la posibilidad de que ocurrieran situaciones análogas. Por lo tanto, es evidente, puesto que ya estábamos bajo aviso, que España sería uno de los primeros en la lista de países llamados al orden.

Con tanta evidencia es cuando aparece la preocupación. Resulta que, pese a tantas evidencias, el Gobierno no ha sido capaz de ponerse a trabajar hasta que ha sido obligado. Una vez más, han tenido que venir las potencias europeas a decirnos lo que tenemos que hacer, a orientar a un Gobierno desnortado que no sabe actuar mas que a iniciativa de otros. Quién sabe si demasiado tarde.

Por otra parte, analizando las medidas de recorte concretas, vemos que muchas de ellas vienen a acabar con algunos de los grandes proyectos de los que se ha alardeado durante los últimos años. El “cheque bebé”, la ayuda al desarrollo, o la promesa de subir todos los años las pensiones. Políticas antes “intocables”, que se eliminan sin el mayor problema. Sin duda sería mucho más efectivo no implantarlas si no se van a poder mantener. Una muestra más de que las medidas populistas y con intereses electoralistas nos perjudican a todos.

En definitiva, dada la situación actual, no queda otra opción que avanzar todos en la misma dirección (hay alguno que debería tomar nota), pero sin olvidar quién y cómo nos ha traído hasta esta situación, donde España no es más que un niño pequeño rebelde que sólo hace caso cuando el castigo es inminente, y que no tiene ni voz ni voto en las conversaciones “de los mayores”.

by Ignacio